6 de enero.

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Es una de las tradiciones más grandes del Paraguay y de latinoamerica.
La noche anterior se prepara el agua y un poco de pasto para los cansados camellos que vendran a dejar algun presente.
Esa noche cada niño irá a la cama con ansias de que por fin amanezca. Mirará su zapato en la ventana por última vez y luego intentará dormir, aunque será muy difícil.
Al día siguiente el barrio se convertirá en fiesta y la alegría estará en cada hogar y cada niño visitará a su vecino y se mostrarán los regalos para así jugar juntos todo el día.

Pero, no todos reciben algun regalito, esta es la historia de Ramona.
Su papá era un modesto sastre, Clementino Ocampos y había quedado con un cliente que su traje estaría listo para el 5 de enero.
Clementino espero ansioso desde muy temprano aquel 5 de enero y aquel cliente no aparecía.
Su esperanza era cobrar el trabajo y comprarle un obsequio a su pequeña hija Ramona Belarmina.
A la tardecita, la angustia de Clementino se convirtio en tristeza y desazón, pues no tenía dinero para los reyes.
Al día siguiente Ramona fue a ver su zapatito y luego se acercó a su papá y le dijo la siguiente frase, que malos son los reyes no me trajeron un regalito.
Esto destrozó el corazón de Clementino que descargó su rabia y pena en una poesía.
Años después en plena revolución del 47, Clementino como muchos otros paraguayos se mudo a la ciudad de Formosa.
Un día un hombre se acercó hasta su casa comentandole que escucho sobre su poesia y que a él le gustaría ponerle música.
Asi fue como Martín Escalante le puso música a la poesía de Clementino Ocampos.

En la interpretación del dúo Quintana-Escalante, la canción 6 de enero.


 


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