Ya no abanica el austro. Revuelan las primeras
bandas de golondrinas, nuncio de primaveras.
bandas de golondrinas, nuncio de primaveras.
Abrid doncellas, vuestros balcones esculpidos
y poned en los labios, como en copas de honor,
mucha miel, mucha alma, que vuestros prometidos
estarán muy sedientos de esperanza y de amor.
Soplad, niñitas rubias, terrenos querubines,
vuestras trompetas de oro de las notas radiosas,
y con sandalias blancas corred a los jardines
a esperar el arribo de vuestras mariposas.
vuestras trompetas de oro de las notas radiosas,
y con sandalias blancas corred a los jardines
a esperar el arribo de vuestras mariposas.
Caros amigos míos de barbas mal nacientes,
que llevais en los ojos un poquito de aurora
y algún libro en la mano , de rosas bien olientes
vuestro lote de ensueños milagrosos se enflora.
Ornad con esas flores las fauces del destino.
que el sueño es poderoso como el poder divino.
Bienvenidas las negras golondrinas viajeras,
por mi, que necesito de diez mil primaveras.
Llegan hoy de quien sabe que lejanos países
donde el sol palidece bajo un húmedo tul;
ellas huyen las tardes empañadas y grises,
ellas son eternas bebedoras de azul.
Son las aves que buscan las estaciones cálidas
como las esperanzas que se nutren de luz:
errabundas hermanas de nuestras novias pálidas
que, sin ver, las amamos hasta en la senectud.
Llegan hoy las alegres golondrinas errantes,
de Inglaterra o de Francia, de la Rusia tal vez,
visto habrán las Azores, esas islas nadantes,
las Antillas dispersas, y Amazonas después.
Son viajeras que llegan de las islas doradas
donde atraen cien barcas las sirenas del mar;
ellas saben las costas de belleza imantadas
que cautivan, de niño, nuestra fe brujular.
Pasajeras que vuelan tras la estación florida
como van en bandadas los versos por mi vida.
Ha llegado el buen tiempo que al amor nos convida.
¡El corazón rebosa de esencia bendecida!
La primavera canta, la primavera ríe
en un triunfal derroche de luz y tesoro,
el sol sobre la tierra divino amor deslíe
cual si fuera un diluvio rubio, de puro oro.
Salid a los balcones, doncellas soñadoras,
a urdir vuestro radiante ñanduti de rosas e ilusión,
con paciencia inefable, a horas y deshoras,
en espera de vuestra golondrina de amor y pasión.
Entonad es la dulce virtud de esperanza,
luminosa potencia que hacía el enigma avanza.
Manuel Ortiz Guerrero - Primavera (Guirnalda a la juventud)
Ver también:
Comentarios
Publicar un comentario