Tte. 1º ADOLFO MARCIAL ROJAS SILVA

Nació en Asunción, Paraguay, el 22 de febrero de 1906, hijo de Liberato Rojas (Presidente de la República 1911–1912) y de Susana Dolores Silva. Por la inestabilidad política paraguaya realizó sus estudios en Montevideo (Uruguay) y Buenos Aires (Argentina). Retornando al país, y como estaba por cumplir la edad para el servicio militar, prefirió, inclinado por su vocación, ingresar en la Escuela Militar, dirigida por entonces por el General Manlio Schenoni.

Egresado del Colegio Militar prestó servicio en Concepción y en el Chaco, sector Casado, donde tuvo por misión específica tender las primeras líneas telegráficas en los fortines del interior del Chaco, pues en el Uruguay se había aficionado a la radiotelegrafía y poseía algunos conocimientos al respecto. Se le dieron además instrucciones específicas, pues la situación internacional y las relaciones con Bolivia eran sumamente delicadas. En carta a su hermano Hermógenes del 29 de enero de 1927, le dice al respecto: “sobre mi ida al chaco, te diré que no estoy descontento. Voy como comandante de dos fortines, en el lugar en que mas está pisoteada nuestra soberanía nacional y con prerrogativas que hasta ahora no se la han dado a ningún oficial que ha ido a los fortines”… Apenas afincado en su comando tuvo noticias de que algunos “cuatreros” andaban merodeando al suroeste de su sector.

Sospechando que fueran espías bolivianos, organizó un largo patrullaje. Esta patrulla lo condujo a encontrar el nuevo Fortín Sorpresa de los bolivianos en pleno territorio paraguayo. Allí encontró la muerte en circunstancias generalmente relatadas mal.

Era el 25 de febrero de 1927. Lo esencial podría resumirse así: Rojas Silva salió desde Concepción con 18 hombres. A los 3 días se encontraban a orillas del río Confuso. Su guía le señaló a la guarnición boliviana bañándose. Rojas Silva les obligó a permanecer en el río desnudos bajo vigilancia de uno de sus hombres mientras que él, acompañado por otro llegaba hasta el fortín y sorprendía a su comandante. En el Fortín ocurrió un fuerte altercado inicial entre ambos comandantes, que luego fue suavizándose: “Estas son cosas que arreglaran los diplomáticos”, “Nosotros somos militares y cumplimos con nuestras órdenes”. Al final el oficial boliviano le ofreció cerveza. La patrulla paraguaya fue invitada a pasar la noche, invitación a la que el Tte. Rojas Silva accedió por lo avanzado de noche, ya que la mayoría de los hombres se encontraba muy cansada. Ese fue su error pues fueron desarmados mientras dormían. A la mañana siguiente Rojas Silva, temprano, despertó a sus hombres y requirió al Cap. González por los caballos y las armas. El Comandante boliviano le respondió que no podía dejarlo partir, que tenía orden de retenerlo. 
    -En carácter de que, preguntó Rojas Silva 
    -De prisionero, contestó el boliviano 
    -Eso nunca, me voy ahora mismo, me voy, me voy y me voy, dijo Rojas Silva Y dándose vuelta gritó a sus soldados: 
    -Pe che seguique lo mitá. (Síganme muchachos)

Mientras Rojas Silva se dirigía a la parte exterior del Fortín, el Cap. González (boliviano) ordenó a sus soldados para que les impidieran la huida. Los soldados González y Chaparro fueron tomados por los bolivianos. Arguello y Rojas Silva, corrieron hacia unos matorrales cercanos. A mas de un kilómetro hicieron un alto. En el camino de salida un boliviano quiso detener a Rojas Silva y este lo hirió con la propia arma del enemigo, golpeándole en la cabeza: era el sargento Tejerina.

La persecución no se hizo esperar. Pasaron sin verlos, por el pajonal que escondía a Rojas Silva y a Arguello los bolivianos a caballo. Inmediatamente se aproximó una patrulla de infantería y uno de los soldados se dirigió directamente hacía ellos. Rojas Silva intentó usar su revolver pero fallaron todos sus tiros, así que le dio un golpe de su yatagán. A los gritos del boliviano acudieron sus compañeros y alcanzaron a Rojas Silva de un disparo en la cabeza. Rojas Silva acababa de cumplir 21 años, en pleno Chaco, al Servicio de la Patria el 22 de febrero de 1927. Tenía pues al morir 21 años y 3 días. La tensa situación creada por los avances bolivianos en violación con el "Statu quo" pactado en 1907, se agravó considerablemente con la muerte del Teniente Rojas Silva, quien fue el primer mártir de la epopeya chaqueña que se desató inexorablemente entre los años 1932 al 35. Los versos de Emiliano R. Fernández (y que se escuchan por todo el Paraguay hasta el día de hoy) movilizaron a todo el país: con palabras tan simples y que piden vengar por ese acto cobarde e ir a buscar el cuerpo del hermano. 
 Jaku'éke Paraguái, oguahêma ko la hora
 jahamívo jaheka Rojas Silva retekue. 
Ñavengáne katuete umi cobarde ojapóva, 
anichéne opuka guaikuru ñanderehe. 



Traducción literal de Buscando a Rojas Silva al español.
Movilicémonos paraguayos, ha llegado la hora
de ir en la búsqueda de los restos de Rojas Silva,
seguro vengaremos ese acto cobarde,
ya basta de permitir que los "guaikuru" se rían de nosotros.

Voy a dejar a mis padres; dejaré todo lo que deje,
aunque muera yo también por amor de la Patria,
si está en tamaño peligro,
seriamente amenazada,
yo quiero que me llamen pronto a su servicio.

No es buena esa amenaza, un grito en la frontera,
¡aquellos cobardes asesinos, apodados "guaikuru"!
Extendamos, pues, por el Chaco
nuestra bandera tricolor
y reunámonos debajo de ella
para darles fuego a esos intrusos.

Vamos por el lado de Sorpresa,
por allí solía andar Rojas Silva,
nuestro hermano infortunado que fue muerto en balde,
vamos a vengarlo, llegaremos, llegaremos, en su venganza
y volveremos trayendo
aunque sólo sean sus huesos.

Contra el Paraguay hicieron
aquellos indignos lo que hicieron
esos indios verán su castigo.
Llegaremos hasta la llamada "La Paz",
que reviente todo -
vamos a quemar a esos salvajes,
para vengar a Rojas Silva.

Hacía tiempo que esos pomberos
iban detrás nuestro,
cada mañana nos hostigaban,
y ahora además del crimen que hicieron,
han asesinado a nuestro hermano,
y han entrado en nuestra tierra.

Y si todo es así andaremos cabizbajo,
nos parece que no tenemos suficiente corazón,
¿para qué queremos tantos fusiles entonces?,
como si fuéramos niños, estamos temiendo al cuco.

Ya es tiempo que nos llamemos mutuamente
los que conocemos el patriotismo,
para renovar
esa picada antigua:
talvez estemos heredados de heroísmo,
no hagamos avergonzar a Guarán, nuestro antepasado.

Estarán enojados aquellos veteranos del tiempo de López
en aquel campo de Sorpresa.
Habló la sangre;
es bueno que acudamos, y, si es posible, que pronto
hemos de encontrar la sangre de Rojas Silva.

Nos llaman, hermanos, para este sacrificio,
nuestro brazo no será flojo si es la patria que lo necesita.
Como somos paraguayos
hemos jurado a su servicio,
como nietos de los López moriremos con ella.

¡Viva! ¡Viva! El Paraguay
Legendario y soberano
¡Viva! ¡Viva! Oh, mártir Rojas Silva
ya llegamos en busca de ti,
¡muera! ¡indigno! asesinos bolivianos
levántense a pelear, ¡salvajes guaikuru!

Rojas Silva rekávo

Jaku'éke Paraguái, oguahêma ko la hora
jahamívo jaheka Rojas Silva retekue.
Ñavengáne katuete umi cobarde ojapóva,
anichéne opuka guaikuru ñanderehe.

Taheja che ru, che sy; taheja opa ahejáva,
ko che patria rayhupápe tamano jepe cheave,
kóicha oîramo en peligro,
seriamente amenazada,
aipota che renói aservi haguã ichupe.

Naiporãi esa amenaza sapukái en la frontera,
umi cobarde asesino guaikurúpe heropy.
Jaipyso katu en el Chaco
Tricolor ñane bandera,
ha iguýpe jaje'ói
umi intruso ñamyendy.

Jajapi "Sorpresa" lado,
Rojas Silva upépe oîmeme,
ñane hermano infortunado ojejukáva reiete.
Ivengávoko jaháta, ñaguahêne, ñaguahêne, ,
ha jarúne ave ko'ápe
más que sea ikangue.

Paraguáire ojapo
umi indigno ko ojapóva,
ohechavaerã avei ikastígo umi ava.
Ñaguahêne aipo La Pazpe,
tosoro la osoróva,
jahapýne umi salvaje,
Rojas Silva ñavenga.

Aretéma umi pombéro
ñande apére oikóva.
Ñande ao cada ko'ê ñane pychãi manterei.
ha ko'ãga ombojo'a con el crimen ojapóva
ñane hermano oasesiná,
ñande yvýpe katu oike.

Hapa péicharõ ñande ñane tindýtante jaikóvo,
ñaimo'ã jareko'ÿva suficiente korasõ.
Maerãpa mbokaita jaipota rei aipórõ.
Ñaimo'ã katu mitã, cháke kukúpente jaiko.

Tekotevêma ñañuenói
jaikuaáva el patriotismo
ñambopyahu jey haguã
ku picada ymaguare.
Ikatu ñaimemimi heredado de heroísmo,
anichéne ñamotî ku Guaran ñande ypykue.

Ipochýne umi tuja "Lópe kue" opytareírõ
amoite "Surpresa" ñúme,
pe tuguy oñe'ê va'ekue.
Iporãnte jaje'ói ha pya'e ave ikatúrõ,
jajuhúne gueteri Rojas Silva ruguykue.

Orerenói katu, hermanos, para este sacrificio,
ore jyva naikangýi si es la Patria oikotevê.
Roimeháicha paraguayos
rojura a su servicio,
como nietos de los López romanóvo hendive.

¡Viva! ¡Viva! El Paraguay
Legendario y soberano
¡Viva! ¡Viva! Oh, mártir Rojas Silva
nderekávoma roju,
¡muera! ¡indigno! asesinos bolivianos
pepu'ã ñañorairõ, peê salvaje guaikuru.

Letra: Emiliano R. Fernández (1927/28)

Referencias:

Comentarios

  1. Todos los paraguayos conocen, aunque sea de oídas, la historia del Tte Rojas Silva uno de los primero en dar su sangre en defensa del Chaco.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario